La atleta Samia Yusuf Omar, nació en Somalia el día 25 de marzo de 1991, y murió en abril de 2012, en el Mediterráneo, cuando intentaba llegar en patera a las costas italianas.
Su pasión por el deporte la llevó a practicar atletismo, pero también natación y baloncesto.
En mayo de 2008, Samia se coronó campeona africana de los 100 metros y con solo 17 años participó en Beijing en los Juegos Olímpicos, donde llegó en solitario a la meta con diez segundos de retraso respecto al resto de las atletas, conmoviendo al público que no dejó de aplaudir hasta que traspasó la meta.
Según decía:
De ahí que huyera de Somalia, un país en constantes guerras e intentara buscar una nueva vida en Europa.
Según dice "El País":
No consiguió su sueño de verse libre, después de un peregrinaje por Etiopía, Sudan y por fin en Libia, donde embarcó con dirección a Italia buscando una nueva vida, murió en la travesía a bordo de una patera cerca de la costa italiana en la isla de Lampedusa.
Si quieres saber algo más de ella, te recomiendo este artículo: ENLACE
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| Samia Yusuf Omar |
Su pasión por el deporte la llevó a practicar atletismo, pero también natación y baloncesto.
En mayo de 2008, Samia se coronó campeona africana de los 100 metros y con solo 17 años participó en Beijing en los Juegos Olímpicos, donde llegó en solitario a la meta con diez segundos de retraso respecto al resto de las atletas, conmoviendo al público que no dejó de aplaudir hasta que traspasó la meta.
Según decía:
- "He sufrido presión de todas partes, algunas mañanas, me encuentro bloqueada por el ejército o por la milicia, lo que me impide entrenarme"
- "Los somalíes tradicionales creen que las mujeres que practican deporte o a las que les gusta la música están corruptas"
De ahí que huyera de Somalia, un país en constantes guerras e intentara buscar una nueva vida en Europa.
Según dice "El País":
El día del desfile inaugural de los Juegos de 2008, Samia, apareció abriéndose al mundo con una sonrisa, rodeada del blanco y el azul de su vestido. Era una doble liberación. La de la mujer y la de la atleta. Como mujer, esos pasos dejaban atrás las amenazas de muerte, los empujones, las armas empleadas como argumentos para que dejara de practicar deporte y se cubriera su cuerpo de velocista en medio de la guerra civil que desangraba su país. Como atleta, esos metros del desfile, el mundo entero mirando, representaban la despedida momentánea del conflicto armado, de las carreteras bloqueadas que impedían los entrenamientos, del padre muerto por un proyectil, del pulso diario por conseguir algo que comer vendiendo fruta.
No consiguió su sueño de verse libre, después de un peregrinaje por Etiopía, Sudan y por fin en Libia, donde embarcó con dirección a Italia buscando una nueva vida, murió en la travesía a bordo de una patera cerca de la costa italiana en la isla de Lampedusa.
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| Samia Yusuf Omar compitiendo |
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