Mujeres: asignatura pendiente
Concha Caballero 7 DIC 2014
Pongamos la igualdad en la agenda, en las demandas, en los papeles, en las conversaciones y en la vida
Hay
datos nuevos en materia de igualdad de género, pero son
completamente insuficientes para alterar
la realidad.
En
el campo andaluz, aunque las mujeres suponen el 60% de afiliadas al
Régimen Agrario de la Seguridad Social, los
hombres ocupan tres de cada cuatro empleos en este sector, y los puestos de mayores salarios o de mayor
dedicación temporal son absolutamente masculinos.
Los empresarios dicen que se trata de una costumbre, aunque tras esta palabra
se esconde la discriminación, el uso sexista de categorías laborales y la falta
de promoción de las mujeres en el funcionamiento de maquinaria o de cualquier
mejora tecnológica.
Aún
así es una buena noticia el hecho de que los empresarios rurales reconozcan el
principio de “igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en
el acceso al empleo, la formación, la promoción profesional y las condiciones
laborales”. Otra cosa distinta será su aplicación a una cultura empresarial
que, desde luego, no acepta las manos femeninas como partícipes de sus
beneficios o del uso de su maquinaria. Así, el representante de Asaja afirmaba
que “hoy el campo se ha mecanizado mucho y la mano de obra se ha especializado,
y son los hombres los que más se han profesionalizado”, una afirmación que sólo
responde a la discriminación que en
materia laboral sigue habiendo en el
campo andaluz y español.
La
realidad es que este año, de mala cosecha en el olivar, se estima que tres de
cada cuatro empleos en la agricultura serán para los hombres, aunque las
mujeres sean el 60% de los afiliados a ese régimen laboral y que su aportación
pagará la mayor parte de los acuerdos sociales en este sector.
No
pensemos que esto solo ocurre en la agricultura. El informe de Women as Leaders
de PwC ofrece datos similares para el resto de las profesiones en España. Son mujeres un 60% de los universitarios,
pero solo el 45% del mercado laboral
y un escasísimo 16% de los consejeros
delegados. La presencia femenina en las direcciones funcionales (asesoría jurídica, recursos humanos o
dirección financiera) es del 22%. O
dicho con otras palabras, que la
especialización de las mujeres —y ahora hablamos de aquellas que tienen
formación universitaria— no les supone
una igualdad en el mercado laboral y, muchísimo menos, en la dirección de
las empresas, sino una pesada losa de cemento que les hace estar en el último
lugar de la escala laboral más floreciente. ¿Cómo se explica esta situación, si no es en gran medida por la brutal
discriminación no escrita, no formulada ni prescrita en su contratación?
Un
dato final a tener en cuenta. El 60% de
los universitarios titulados son mujeres, sin embargo, su tasa de paro es mucho mayor de la de
sus congéneres masculinos, sus salarios
alrededor de un 25% inferiores al de sus compañeros y su capacidad de subir en la estructura
laboral un 75% inferior a ellos ¿En
qué ley se apoya esta realidad si no es en la mentalidad más cerrada y antigua de la patronal y de la Administración
española?
La crisis no puede, como pretenden, ocultar esta realidad, convertir lo
blanco en negro o servir de manto para ocultar los desastres de un sistema
laboral que no sabe ni quiere salir de la mentalidad del siglo XIX. Si, de
verdad lo hablamos y deseamos, podemos cambiar esta realidad ahora. Pongámoslo en la agenda, en las demandas,
en los papeles, en las conversaciones y en la vida. Aunque no esté de moda
hablar de igualdad.
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